Proyecto
El proyecto desarrollado por el artista brasilero Marcelo Moscheta, durante 10 días en el salar de Atacama consistió, en un primer momento, en una aproximación y entendimiento del paisaje y del lugar. Por medio de caminatas diarias el artista recorrió el entorno de la región, el Salar y los Ayllus de San Pedro de Atacama, Guatín, Toconao, Río Grande y Machuca, catalogando piedras, dibujando y fotografiando los innumerables paisajes contenidos en esta región desértica. Tales anotaciones y bocetos serán después trabajados por el artista en su taller en Brasil, finalizando así el ciclo de creación que se inicia en el lugar y que se desenvuelve plenamente en el taller.
Importantes fueron los apoyos de los colaboradores introducidos por Plataforma Atacama, como los días en Hotel Explora y todo su equipo, Camilo Silva y Sahel Quezada, expertos locales y eximios conocedores del desierto, y de Ana María Barón, arqueóloga y profunda conocedora del paleolítico y de los primeros habitantes de aquel lugar.
La idea de localización geográfica es un asunto importante en el trabajo de Marcelo Moscheta, comúnmente en sus instalaciones y dibujos, la latitud y longitud son encarados por el artista como el propio dibujo del hombre sobre el mundo, un dibujo frío, una visión extremamente racional y precisa del lugar del propio hombre, pero que se suma al mundo de los sentidos y de las sensaciones. Pensando en esto, el artista busca el lugar exacto donde la línea del Trópico de Capricornio corta su camino y realiza una marca en el paisaje con una línea de rocas. Ese tipo de intervención fue realizada ya hace dos mil años cuando las primeras culturas locales indicaban sus caminos y creaban altares para rituales. Moscheta utiliza entonces un procedimiento arcaico para señalar un concepto moderno de división del globo terrestre, alineando 15 metros de rocas y señalando perennemente aquel punto con la latitud 23 26’16’’ Sur. Esa acción fue filmada y fotografiada y será presentada como un video posteriormente.
Marcelo está consciente de los límites de sus intervenciones en el propio espacio/territorio y lo toma como una forma de enfrentarlo pacíficamente con sus primeras intervenciones y aproximaciones. Una profunda reverencia por el entorno natural va lentamente dando lugar a la intimidad que es necesaria para el fluir de las acciones y las ideas… que pueden surgir meses, hasta años después. Más aún en un lugar tan potente como el desierto, en que toda acción humana es reducida a un acto ínfimo de alteración del lugar. El horizonte se convierte en un compañero permanente de viaje y la sensación de estar arrojado suelto en el mundo es constante. En el desierto el artista es confrontado con las necesidades básicas de su humanidad y se encuentra solitario en medio de inmensidades de arena y rocas –primeros testigos de la edad del planeta-, en Atacama el artista se encuentra con el origen de la vida y de la propia creación.
Es cierto que gran parte de su obra vendrá de sus cuadernos y mapas, apuntes de viaje tan comunes en su producción. En ellos, el interés por el elemento mineral es una aproximación clara para el montaje que el artista prepara para su muestra el año 2013. El dislocarse en paisajes repletos de sal, liparita, cobre y tantos otros, tienen para el artista un atractivo fuertísimo. Acostumbrado a recoger, clasificar, reordenar y dislocar piedras, el contacto con tales formaciones geológicas se revela tentador. Moscheta imagina una gran instalación que ocupe gran parte de la Galería Leme, en São Paulo y que haga referencia a tales minerales.
Desde el 2007, cuando realizó su primera residencia, viajando a Francia, Moscheta adquirió el hábito de crear sólo después de haberse relacionado profundamente con el lugar. El punto de partida es siempre una acción de dislocamiento en el territorio y así el artista va coleccionando paisajes ricos y diversos, como la megalítica Bretaña, las fronteras de Brasil y Uruguay, de Portugal y España, incluso el Amazonas y el Polo Norte.
El artista cree que la experiencia de “lo nuevo” trae muchos beneficios a la creación, Èsta agudiza los sentidos más básicos de la percepción del mundo, dejando a flor de piel todo aquello que escapa normalmente a una situación de rutina.
Todo territorio tiene sus peculiaridades, sus límites y licencias. así el artista se ve como un camaleón contemporáneo, en una constante lucha para absorber su entorno, procesarlo y luego transformar esa experiencia en obra de arte. En Atacama todo es superlativo y el hombre se encuentra bajo el peso de un cielo inmenso, de un horizonte que nunca acaba y una luz que es embriagadora.
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